No tengo miedo de Nicolo Ammaniti es recomendable,
sobre todo para quien tenga ganas de leer algo de ahora, fresco, ágil y bién
escrito.
Esta novela me
ha sorprendido gratamente. Creo que podría hablarse de dos partes bien
diferenciadas a modo de mitades incluso. Una primera mitad donde predomina la
descripción, el espacio y el tiempo de un pueblo italiano a finales de los
setenta cuya realidad costumbrista es narrada a través de la mirada de un niño,
Michele; y la segunda parte, donde la trama y acción de este protagonista son los
conductores de una historia que parece precipitarse irremediablemente hacia un
final fatal. Y así ocurre, aunque desconocemos si muere o no muere alguien
(opino que puede que sí), la historia se vuelve trepidante y a mi modo de ver consigue
generar empatía con el lector e identificarle con lo que sucede.
También
encuentro en esta novela muchas referencias y elementos de otros relatos,
películas, novelas e historias ya consabidas que se han instalado a perpetuidad
en nuestro universo narrativo. No tengo miedo, de Nicolo Ammaniti, destila neorrealismo italiano, rural y dramático,
y esa pizca del surrealismo de Fellini (los pasajes de juegos de niños donde
las niñas les enseñan a ellos algo mas que la ropa interior). También entre
todos esos lugares comunes, me vienen a la memoria la obra de Puzo o Saviano
centradas en la mafia y líos similares. No obstante, en el libro de Ammaniti el
motivo que subyace a la trama principal nunca lo sabemos con certeza, está
presente como un ente abstracto, pues al autor lo que le interesa es la
reacción del niño (Michele) ante la proximidad del mal antes que denunciar o
hablar de un tipo de violencia existente o un problema social concreto.
Tal vez echo
en falta algo que me pasa mucho con las novelas más jóvenes y actuales, que es
un mayor trabajo de retrato de los personajes, más allá del protagonista, ese
saber cómo son los que le rodean, en detalles, frases, creo que muchas veces en
los escritores jóvenes esa tarea se resiente hasta lo mínimo imprescindible en
beneficio del avance del relato hacia su resolución.
La escritura
de No tengo miedo es llana y
sencilla, muy visual, con un tempo que invita a no aburrirse. Es un relato ideal
para película, ardo en deseos de verla y saber cómo se han planteado la
adaptación al cine de esta historia sobre el fin de la infancia de un buen niño
llamado Michele, que descubre la cruda realidad de su miserable entorno.
Como ahorita y desde hace casi un mes vivo en otro país lejano bendecido por la virgen de Guadalupe, no puedo estar presente en las tertulias literarias. Pero mi compromiso es fuerte con estas juntas así que pronto escribo mi granito de arena por si gustan ustedes chavos y chavas compartir en el día que acontezca la dicha de pan, queso y vino. Les añoro. Berenguer.