lunes, 25 de julio de 2016

Desgracia, de J.M. Coetzee



Por el momento la mejor novela que he leído este año. De esos libros que dejan señales. Desgracia, con ese título tan rotundo que te da una pista a modo de anticipo de lo que está a punto de suceder, está vivo, y es un ser con identidad y personalidad propias. Un obra influyente en las mentes sensibles. Hacia la mitad del libro pensé en lo apetecible de la historia para el argumento de una película, y descubrí que ya se había hecho, Disgrace, en la que aparece Jon Malkovich. No sé nada más al respecto ni qué tal será la película; en cambio la novela me parece gracia divina. Me gusta la profundidad de sus personajes, verosímiles y humanos. En el eje central protagonista, un padre egoísta, distante; y su hija solitaria, emancipada, buscan su lugar en el mundo. Los dos se contradicen entre lo que dicen ser y lo que hacen, una disputa constante entre la realidad y el deseo, en medio de la única certeza irrefutable que comparten, la desgracia, condena a la que están sometidos por los recientes acontecimientos vividos. David y Lucy son cada uno a su manera animales indomables, cuyos deseos y ambiciones personales entroncan con los férreos códigos morales de la Sudáfrica del Apartheid. La resignación será su única cura; y la adaptación, su única vía de escape, en un entorno que les es hostil.   

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