Por el momento la mejor novela que he leído este año. De esos libros que dejan señales. Desgracia, con ese título tan rotundo que te da una pista a modo de anticipo de lo que está a punto de suceder, está vivo, y es un ser con identidad y personalidad propias. Un obra influyente en las mentes sensibles. Hacia la mitad del libro pensé en lo apetecible de la historia para el argumento de una película, y descubrí que ya se había hecho, Disgrace, en la que aparece Jon Malkovich. No sé nada más al respecto ni qué tal será la película; en cambio la novela me parece gracia divina. Me gusta la profundidad de sus personajes, verosímiles y humanos. En el eje central protagonista, un padre egoísta, distante; y su hija solitaria, emancipada, buscan su lugar en el mundo. Los dos se contradicen entre lo que dicen ser y lo que hacen, una disputa constante entre la realidad y el deseo, en medio de la única certeza irrefutable que comparten, la desgracia, condena a la que están sometidos por los recientes acontecimientos vividos. David y Lucy son cada uno a su manera animales indomables, cuyos deseos y ambiciones personales entroncan con los férreos códigos morales de la Sudáfrica del Apartheid. La resignación será su única cura; y la adaptación, su única vía de escape, en un entorno que les es hostil.
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